Análisis crítico sobre "El Leviatán" de Thomas Hobbes.
El
Leviatán o La Materia, Forma Y Poder De Domesticar Al Pueblo.
“Hobbes, sale en defensa de la omnipotencia
real, e insta a la monarquía absolutista a domesticar… al pueblo”
Engels.
Thomas
Hobbes (1588 – 1679), nació, como él mismo afirmaría al mismo tiempo que el
miedo, en el momento en que la armada invencible española se acercaba a la
bahía inglesa, en aquella época, cuando Elizabeth consideraba el trono y al
monarca como algo superior a lo terrenal, y ella, la reina virgen, se auto
divinizaba. ¿Quién pudiese imaginar que
un hombre temeroso y débil, como lo fue Hobbes,
fuese quien institucionalizara al Poder como algo humano y no como una
manifestación de lo divino?; Pero, este mismo hombre fue el que cimentó las bases
del absolutismo.
Hobbes
se desenvuelve en un contexto complejo: después del excelente gobierno de los
Tudor en el trono Ingles, llega al poder una nueva dinastía: Los Estuardo; de
carácter menos vivo que el de los Tudor. Uno de estos, Calos I se hace poseedor
de la corona, el cual es víctima de un levantamiento popular, y con su cabeza
pagó su poca determinación al gobernar. Al esto suceder se dio inicio a la
República del autoproclamado “Lord Protector” Oliver Cromwell, el cual, a pesar
de aceptar la división de poderes, puso fin al parlamento.
En
paralelo con esto, en Inglaterra se vivió un periodo de guerras internas entre
los parlamentarios y los monárquicos, del mismo modo, la persecución contra los
católicos no se hizo esperar.
Contexto
difícil de conllevar para una persona neutral como lo fue Hobbes.
La
filosofía de Hobbes es poco conocida, manifestándose como una especie de
empirismo platónico (principalmente por la cuestión de el objeto en si, y de lo
que se logra percibir, esto es, la apariencia de objeto), dándole predominancia
a su posición empírica. Pero su tratado político, que dejándose llevar por los
paradigmas filosóficos imperantes en la época, basadas en las teorías del
sistematizador de la filosofía moderna, René Descartes, que buscaba imponer
bases matemáticas a toda cuestión filosófica, El Leviatán, se deja seducir por
esta corriente y más que un tratado político, podría parecer un tratado de
geometría, ya que su objetivo era el de cimentar unas bases solidas e
irrefutables para dicha teoría política (la hobbesiana). El Leviatán ha
alcanzado una fama exorbitante gracias a que se convirtió en el pilar de los
absolutistas, y de que gracias a este texto, se estipula como origen del poder
a las personas.
Las
primeras páginas del Leviatán, pareciesen el fundamento de la filosofía de Hume
o de Locke, dándole una relevancia impresionante a los análisis sistémicos
sobre la apreciación valorativa de lo que es el hombre per se, basándose en un
análisis explicativo e historicista, meramente formal y objetivo.
El
lenguaje que se logra apreciar en el Leviatán es un lenguaje frio y austero,
digno de un materialista consumado como lo fue su autor, en donde, sin ningún
tipo de pasión se limita a exponer sus análisis y conclusiones sobre el génesis
y desarrollo de la sociedad civil.
En
un primer momento, Hobbes expone lo que él denomina El Hombre (Primer capítulo
del Leviatán), pero, ¿para qué realizar un análisis de lo que es el hombre,
desde un plano netamente materialista, previo a exponer lo que es El Estado
(segundo capítulo)? Esto lo hace por lo siguiente: al proponerse Hobbes a
desarrollar su teoría política basada en que el estado es un ente artificial,
cuyo fin es el de proporcionar seguridad y paz a los asociados, y estos
asociados, deciden pactar entre ellos, dando inicio a una sociedad civil para
garantizar su seguridad y bienestar, y de esta forma salir del estado de
naturaleza; al proponer esta teoría, Hobbes niega cualquier tipo de origen no
antropológico del poder, así que debe de explicar quiénes son estos seres, que
al mejor estilo de Demócrito, forman al hombre artificial, o, en otras
palabras, se busca describir la manera como el hombre artificial es formado
gracias al conjunto de hombre naturales, los cuales son algo más que simples
autómatas, estos hombres, que deciden enajenar sus libertades, abandonar la
condición de autogobernarse y sus posibilidades de desarrollarse plenamente sin
ningún tipo de alienación, son seres que como diría Sartre, responden a los
estímulos del prójimo, de aquel ser ajeno, que observa; pero en el caso de
Hobbes, este “prójimo” sartreriano, no se limita a materializarse mediante la
figura humanoide, ya que puede ser
cualquier cosa que altere la realidad propia.
El
Leviatán, ese hombre artificial, creado
por la necesidad de seguridad del hombre, es creado a imagen y semejanza del
hombre natural; a este monstruo bíblico, se le da forma humana, se le corona
como rey, se le respeta como a un dios y se le teme como a un demonio.
Este
es el fin del Estado según Hobbes, crear un ente coercitivo lo suficientemente
poderoso como para reprimir y sembrar temor, pero este temor no comprende
ninguna representación de odio, mediante el cual los ciudadanos se vean en la
obligación de obedecer las leyes y de aceptar sumisamente lo que el soberano
disponga, cediendo sus libertades individuales en pos del beneficio de la
comunidad política.
Pero
este Leviatán, es un ser caprichoso, soberbio y altivo, un ser que busca su
beneficio sobre todas las cosas, cuyo fin es su bienestar, esto es, el
bienestar de la comunidad; no le importa que para esto sea necesario la censura
o la represión, es más, el Leviatán solo permite que sea dicho, enseñado,
promulgado y afirmado, lo que él desea que sea dicho, enseñado, promulgado o
afirmado.
De
esto se logra inferir lo siguiente: Hobbes, en su afán de buscar un orden, de
cimentar el poder en las manos de los simples mortales y de fundamentar el
absolutismo como la única forma de mantener el orden, creó, más que un dios, a
un “súper hombre natural”, el Leviatán, más que un dios o un demonio, podría
ser un ciclope, un ser sin una mentalidad superior, cuyo único fin es la
supervivencia. Pero, ¿acaso los dioses no son también egoístas, vanidosos y
soberbios? En un primer momento de la biblia, Dios prohíbe a Adán y a Eva que
consuma el fruto del árbol de la sabiduría. Entonces, este Leviatán, ciclope o
dios, es exactamente igual al hombre, egoísta por naturaleza, que desea, que
tiene pasiones y utiliza su razón para ser.
El
Leviatán, denominado por algunos autores, como ese hombre grande, moreno y
peludo, es igual al hombre cuando se encuentra en estado de naturaleza, y por
esto mismo es que representa la única forma de que el hombre pueda abandonar
este estado de caos, de inseguridad, de auto conservación, de desconfianza y
competencia exagerada. Este monstruo, análogo al hombre en estado de
naturaleza, es el único capaz de volver dócil al hombre para que acepte
enajenar su libertad, para poder, de esta forma, entregarse a un soberano que
le garantice la paz. De esta forma se logra apreciar el meollo de una de las posibles
cuestiones hobbesianas: La única solución para salir del estado de naturaleza y
dar inicio a la sociedad civil, es creando un ente abstracto con las
características del hombre en su estado natural pre político, así, el humanoide
natural, será ya hombre, y el dios, no es más que un animal con razón.
Se
da una inversión en los papeles, una reinterpretación del ideario hobbesiano creará a ese dios o
demonio, como un hombre pre estatal; el Estado, esta cimentado bajo preceptos
pre estatales, ya que el hombre natural, solo se podrá entregar a un ser ya
conocido, a él mismo antes de ser comunidad, se entrega a su reflejo maximizado
por la unión de la comunidad, no es simplemente su reflejo, es el reflejo de la
sociedad; el hombre artificial, no está conformado por millares de hombres
civilizados, ya adeptos a la sociedad y a las normas, este hombre está formado
por hombres egoístas y ególatras, y por esto posee estas características, el
hombre cuando accede a pactar, es cuando da inicio a la sociedad civil, se
mueve por su razón, por su temor a la muerte, ya cuando el Leviatán posee vida
propia es el preciso instante de la génesis de la sociedad civil o comunidad
política, ya, este hombre civilizado es la materia del Leviatán, pero su
esencia es el hombre natural. Es por esto que el Leviatán posee todos los dotes
del hombre natural, con sus virtudes y defectos. Solo un ser así, puede generar
el temor y respeto necesario para que el hombre acepte cohabitar con sus
semejantes bajo el paradigma de la armonía.
Pero,
¿Qué pasará cuando el ciudadano ose probar un poco del fruto del árbol que les
fue prohibido en el Edén a Adán y a Eva? En ese momento podrán acontecer dos
posibilidades:
1.
Que sea el fin del Estado, tal y como lo
planteo Hobbes. Que el hombre descubra que hay verdades más allá de lo que el
soberano le impone, de lo que este ser supremo le dictamina. Así que el hombre
decidirá romper el pacto, sobrellevando sobre sus hombros el peso de sus
acciones, y dando inicio a un estado parecido al de naturaleza, pero no igual a
este, ya que el hombre ya ha conocido lo que es la sociedad civil, en la cual
podía ser libre siempre y cuando no violentase la ley, esto es siempre y cuando
obedeciese al soberano (libertad a medias), pero donde no podía llevar a ultimo
termino todos sus potenciales.
Así que podría ir a un
estado pseudonatural, en cual fuese la confluencia del estado de naturaleza con
el estado civil.
2.
Que
este hombre sea neutralizado, o en su defecto, eliminado de la sociedad, para
que con sus ideas revolucionarias no altere el orden establecido por el
soberano. Esta posibilidad, podría ser más considerada por Hobbes que la
anterior.
El
soberano, poseedor de ciertos dotes particulares (indivisible, inalienable,
absoluto, supremo, intransferible) ha de ser ajeno al pacto; esto se da, para
que el soberano pueda obrar de forma libre, y que sus decisiones no sean
refutadas por los simples ciudadanos, los cuales, en relación con el Estado, no
son más que simples siervos. Los ciudadanos deben de aceptar los designios del
soberano, el cual puede ser un hombre, varios o muchos, pero Hobbes muestra su
favoritismo hacia que la soberanía resida en uno solo, ya que los intereses
públicos y particulares se hallan interceptados, y al esto suceder, se velará
de forma más eficaz por el bienestar general. De igual manera, el soberano no
compartirá su poder, ya que según la teoría política de Hobbes, el poder debe
residir en una sola mano.
¿Pero
es acaso justo que todos los hombres se sometan a la voluntad de uno solo? En
la actualidad, es un absurdo pensar en semejante precepto; que una sola persona
acapare todos los poderes, y que esta misma persona disponga los designios de
toda una comunidad (vale destacar que Hobbes recalca la diferencia entre Estado
y Comunidad política, afirmando que las dos se crean al momento de que el
hombre accede a pactar), este soberano es poseedor de un poder superior a las
leyes y al pacto, este soberano solamente tiene como obligación velar por el
bienestar de todos sus súbditos, los cuales son como esclavos del Estado, ellos
cedieron sus derechos naturales a cambio de un orden político y jurídico. Ellos
aceptaron voluntariamente ceder su libertar y su derecho de autogobernarse para
poder vivir en comunidad, esto no se da por amor al prójimo, sino por el
contrario, por amor a sí mismo, ya que el hombre teme por su vida, así que se
enajena al elegido por la mayoría.
El
hombre pacta y se entrega, se entrega sumisamente, se entrega sin mayores
pretensiones, acepta ser el siervo, el esclavo, el ciudadano de ese gran
demonio, el cual dispondrá como mejor le convenga de este ciudadano, porque lo
que es bueno para el Estado, será bueno para toda la comunidad, este Leviatán
sacrificará a los ciudadanos que llegase a ser necesario sacrificar y exaltará
a los que crea necesario exaltar y creará las leyes que crea conveniente crear
e impondrá castigos y juzgará de la
forma que él considere mejor y más justa en relación a sus ciudadanos. Y los
ciudadanos no se podrán negar a los divinos designios del Leviatán, ya que
estos pactaron y aceptaron entregarse totalmente a él, a cambio, claro está, de
seguridad y bienestar, de esa búsqueda constante de la tan añorada paz.
Se
logra apreciar gracias a este razonamiento, al hombre como un animal
conflictivo, incapaz de relacionarse con otros de su misma especie, que solo
busca su beneficio, sin importarle que para llegar a sus fines, tenga que
perjudicar a los que lo rodean; es aquí cuando aparece el Leviatán, ese
domador, que sí, y solo sí, el hombre lo acepta, lo domesticará, lo volverá un
ser capaz de vivir en comunidad, de obedecer órdenes, de respetar leyes, de
buscar ante todo el bienestar de la comunidad, de ser el zoom politicón
aristotélico. El hombre ya no es la bestia salvaje de el primer estadio, es
ahora un ser dócil, que acepta alegremente los designios de su amo, porque en
esto es en lo que se convierte el que anteriormente fuese su entrenador, en su
amo, el único ser al que este hombre está dispuesto a obedecer, a este dios
materializado en normas positivadas, a este ente abstracto y superior, que
inspira el respeto digno de los antiguos moradores del Olimpo.
En
conclusión, en primer lugar, el hombre natural es un hombre tan egoísta, que accede
pactar y estar en comunidad, con el único fin de protegerse, la fuerza
todopoderosa que lo inspira a moverse, ese motor que se moverá hasta que algo
le obligue a detenerse, como lo afirma Hobbes, es el miedo, el miedo es la
fuerza suprema que impulsa al hombre a que pacte y se una a la comunidad, que
entregue sus derechos fundamentales, que se vuelva dócil y obediente, que
aprenda a venerar a su nuevo dios, el Leviatán, cuyo poder es superior al del
Dios de Abraham.
En
segundo lugar: el hombre, motivado por el miedo, posee una inclinación natural
por crear una sociedad, así que pese a lo que afirma Hobbes, el hombre sí es un
ser social, ya que vislumbra como única solución para vencer el temor que lo
oprime en su estado natural, ese temor a la muerte, a ser destruido, a ser
mancillado y humillado; esa única solución es la de entregar su libertad y su
derecho a auto juzgarse es la de unirse en sociedad. El hombre es un ser
social, porque pese a sus primitivos instintos de auto preservación por encima
del prójimo y por su afán de gloria sin importarle el bienestar de su prójimo,
este hombre ve como única solución el hecho de crear una comunidad política, en
las cuales todos posean igualdad de derechos y deberes, y hasta llega al punto
de aceptar como soberano a alguien ajeno al pacto, para que se vivencie una
verdadera igualdad entre los pactantes. Un animal asocial jamás pensaría como
un posible semejante idea, muy por el contrario, consideraría, como una
solución a este problema (el del temor y la búsqueda de la paz) alguna solución
más drástica, como alejarse completamente de los demás, o destruirlos
completamente. De esta forma se logra apreciar, como el hombre natural de
Hobbes es un hombre social, posiblemente, se podría denominar como un hombre
inconscientemente social, o ignorante de su naturaleza social, pero, a fin de
cuentas, un hombre políticamente social.
Este
hombre, movido por el miedo, tiene el afán de politizar todos los aspectos
posibles de la naturaleza, y es por esto que decide pactar, crear una sociedad,
inventarse un dios humanizado que le imponga las reglas necesarias para
convivir en la sociedad que el mismo creó. El leviatán es la máxima creación
del hombre, es su orgullo, pero al mismo tiempo su desgracia, es lo que exalta
y a su vez declina su condición de hombre, porque lo humilla y lo ultraja, el
hombre deja de ser su propio amo, para ser esclavo del estado. El hombre es
ahora lo que el Leviatán quiera que sea. El hombre en su afán de no ser
esclavizado por otro hombre igual a él, prefiere entregarse a un hombre
superior a él.
El
deseo que mueve al hombre, tanto en el estado de naturaleza como en la sociedad
civil, es, como lo llamaría Kojève, un deseo negatriz, un deseo de cosificarlo
todo, para así poderlo poseer, pero no de cualquier forma, para poder poseer el
objeto deseado, se le debe destruir. Es
por esto la necesidad de leyes, dictadas por un ente que esté por encima de
ellas, ya que si hiciese parte de este trato, se vería bajo la tentación de
realizarlas de tal forma que se vea beneficiado con dichas leyes.
Como
una tercera conclusión, cabría resaltar, como pese a lo obsoleto que podría ser
considerada la teoría hobbesiana, esta debe ser analizada bajo un marco
determinado, el libro responde a un momento determinado en la historia, en un
espacio geográfico marcado, y puede ser considerado como una posible respuesta
a un problema concreto. Pese a que en su momento, no fue valorado, solo el paso
del tiempo se encargó de dictaminar la importancia histórica de Hobbes y sus
obras. La obra de Hobbes represento uno de los más grandes adelantos en teoría
y praxis política: cimentar las bases de un poder, el cual, pese a ser
superior, sus cimientos no son divinos. El poder como algo humano, fue una
teoría revolucionaria en su momento. Pensar en esa fuerza abstracta superior
como algo ajeno a la voluntad divina, e instar a la destrucción del pacto, en
caso de que el monarca no cumpla con sus funciones y esto es, principalmente,
mantener la paz en la comunidad política. La sistematización del la teoría
hobbesiana, la creación de un dios terreno, cuyo cuerpo está compuesto por
millares de hombre, podría ser considerada una de las teorías más
revolucionarias que el hombre ha logrado plasmar en el papel.
El
hombre, crea al estado, no Dios, vislumbrando así un eclipse a las ideas
escolásticas medievales, ya se vivencia una nueva etapa, el hombre como creador
de su dios mortal, el hombre como base del estado, el que lo crea, y le da sus
preceptos, los cuales son, el bienestar de todos, es el mismo hombre quien le
da poderes supremos a su Leviatán. Todo esto, en pos de su seguridad. El
hombre, centro del universo, sale a relucirse en su máximo esplendor, creando
su propio dios, el que divinizará y respetará por su propia voluntad.
Con
esta visión anti teológica y mecanicista del origen del poder, el temeroso
Hobbes sacudió a todo un continente durante muchos años, y fue la inspiración
de grandes autores como Locke y Rousseau; al igual que fue la base para que
muchos monarcas adoptaran el absolutismo como la mejor forma de gobierno ante
sus ojos, y los consternados y sumisos ojos de sus ciudadanos.
Pero,
el interrogante se mantiene, ¿Hasta qué punto es mejor la sociedad civil, en
relación con el estado de naturaleza del hombre?
Me parece un excelente resumen, logras mostrar el sentido general de el texto y te detienes en aspectos llamativos. Pero sin buscar ofender, no crees ¿que resulta un poco pretencioso llamarle análisis Critico? Planteas el sentido del texto, pero no existe una refutación, este tan mencionado "Homo Homini Lupus" (el hombre es un lobo para el hombre) es contradictorio en múltiples aspectos: 1. Niega la cualidad COOPERATIVA del lobo (entiéndase por cooperación, mutualismo) 2. En el sentido mas usual de esta frase, se niega la naturaleza social del hombre, naturaleza francamente evidente, pues aunque no hallamos surgido como seres sociales nos formamos sociales eso nos vuelve sociales ¿no? y es que nuestra 2da máxima pena (contra los delitos) es la reclusión en soledad, despues claro de la pena capital.
ResponderEliminarEso por citar un aspecto de esta gran polémica, de todas formas debo reconocer que este resumen esta bien hecho, con una estructura agradable y con un buen análisis.
PD: Lamento la critica casi 2 años después; tú trabajo y mi búsqueda no sincronizaron en tiempo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar